29 de enero de 2012

No pongas mucho azúcar al café.

Nunca entenderán las voces asfixiadas, ni las sonrisas serias, ni los besos sin amor. Nunca sabrán lo que quieres decir cuando no hablas, ni lo que callas cuando no paras de hablar. Nunca comprenderán que cuando ellos vienen, tú estás yendo, que a ti las cosas te gustan bien hechas, y si no, pues no las haces. Que el mundo se te queda corto cuando hablas de sueños, y el cielo parece estar a tu alcance cuando cumples alguno. Nunca serán capaces de hablar de vida, solo de existencia. Nunca sabrán por qué lloras con esa canción, ni por qué cantas, con lo mal que va el mundo. Nunca, y digo nunca, sabrán apreciar las cosas buenas de la vida, las que no se pagan con dinero.


Estás loca, dicen. Sin locos el mundo no valdría para nada.

27 de enero de 2012

El Ático de Malasaña. #5

Necesitaba contar algo. No estaba seguro de lo que era, y mucho menos de como hacerlo. Era como esas veces que tienes la horrible sensación de que te estás perdiendo algo, y no sabes ni que es, ni como conseguirlo. Era extraño, pero a la vez inquietante.
Tenía exactamente cincuenta y ocho folios esparcidos por la habitación. Todos estaban escritos con pulcritud e impresos en Times New Roman, con tamaño de letra doce. Como siempre, nada había cambiado. Y quizá ese fuera el problema, llevaba años escribiendo lo mismo, con sumo cuidado, cada letra y cada metáfora. Lo mismo, escrito en la misma letra, con el mismo tamaño. Distintas palabras, pero todas hablaban de lo mismo.

Gritó. Lo más horrible que le puede pasar a una persona que piensa que nació para escribir, es darse cuenta de que todas sus palabras se han convertido en sinónimos y la rutina ha enfriado su café.

Echó todas las palabras a la chimenea y avivó el fuego. Volvió a calentar el café y subió al ático que tenía la pensión. Estaba cerrado con llave, pero sus dotes de superviviente en una ciudad grande le habían enseñado a abrir puertas con casi cualquier cosa. Podía ser el sitio más triste y lúgubre del mundo, pero tenía el mejor ático de Madrid. Desde allí se veían el Maravillas y las miles de personas que pasaban unos cuantos metros por debajo, con su vida monótona, y su paso apresurado. La gente no sabía apreciar la vida, pero él tenía un problema mayor, y era que no sabía como hablar de ella, sin sinónimos ni frases hechas.
El frío de enero cala los huesos, no el forro polar.

22 de enero de 2012

Como aquel que calla otorga, y aunque la ignorancia es sorda, pude levantar la voz.

Algo que me dijeron hace años y que ni he olvidado, ni pienso olvidar es que las palabras son las únicas que pueden salvarte. Las palabras en prosa o en verso. Las palabras de los libros de autoayuda, de las novelas baratas, de los grandes clásicos. Las palabras que siempre quisiste decir y que llevan años dentro de ti, congeladas dentro de cada arteria, pidiendo a gritos libertad. Las palabras de ánimo de lunes de mierda, las palabras que te dicen que tienes que ser valiente. Cada palabra que forma la letra de tu canción favorita, la primera y la última del libro que te voló la cabeza; las palabras del guión más triste del mundo, de la mejor película que has visto en tu vida. Las palabras escritas en servilletas, en abonos del metro, las palabras en las marquesinas de los autobuses.

Una gran canción dice que la voz no hay quien la pare, ni rejas ni paredes. Y yo he sabido siempre que las palabras son las únicas que te pueden salvar en cualquier momento, en cualquier parte del mundo.
Pero procura que tus palabras sean mejores que el silencio.

21 de enero de 2012

72 minutos de silencio.

El País tiene un titular "El FBI cierra la web de descargas Megaupload y detiene a sus dueños"


En casos como este, ¿sobre qué hablar? ¿Sobre arte y cultura, sobre la ley o, simplemente, sobre derechos y libertades? El diccionario define robar como "quitar o tomar para sí con violencia o con fuerza lo ajeno". ¿Realmente estás robando algo, mientras lo propagas y le abres puertas para que llegue a otras personas?
Yo no tengo una banda, ni escribo libros, ni soy productora de ninguna película, pero creo que la cultura, el arte, no es algo que se pueda clasificar. Es decir, no puedes comparar el hecho de robar una camiseta en una tienda de ropa, con el de escuchar una canción de forma gratuita. ¿Realmente es robar? Internet es un arma cargada, puedes usarlo en tu contra o a tu favor. Si eres listo, harás publicidad de tu trabajo vía Blogger, Twitter, YouTube y demás páginas para compartir información. Si eres más corto de miras, pondrás a la venta tu trabajo, y la gente solo lo podrá comprar en El Corte Inglés. Y no solo eso, llamarás a los que se lo bajen 'ladrones', y sonreirás cuando alguien le chape el negocio a los 'piratas de la red', como tú los llamas, y pienses que ahora ganarás el doble que antes. Pobre imbécil. Mientras escribo esto último me está viniendo a la cabeza, por un lado, Alejandro Sanz y como defendió la ley Sinde en su momento; y por otro, Kutxi Romero, y como defendió Internet, alegando que es algo que los gobiernos aún no podían controlar, y que a él lo que los gobiernos no pueden controlar le gusta mucho. Como este es mi blog, y digo lo que me viene en gana, voy a hacerlo: Alejandro Sanz no le llega ni a la suela de las bambas a Kutxi Romero. Alejandro Sanz ha hecho dinero detrás de los 40 principales, el señor Romero, dentro de una furgoneta, dejándose la voz en escenarios.
Esto es solo un ejemplo, pero hay mil como este. Grupos nuevos que no tienen dinero para grabar sus discos, ¿qué van a hacer sin Internet? Productores jóvenes que no tienen dinero para llevar a la cartelera sus películas o cortos, ¿qué van a hacer sin Internet? 



Internet es libertad, Internet es arte, Internet es vida.

18 de enero de 2012

Cuando se acabe este rock, cuando cometa un crimen.

El mundo lucha en una guerra constante. No importan los tratados de paz, ni el abandono de armas.
Aquí los que combaten son los sentimientos. Eso con lo que tanto nos gusta jugar cuando es ajeno.
Puedes mostrárselos al mundo o guardarlos bajo llave, que tienes las mismas posibilidades de acabar tocado y hundido. Aunque todo está en manos del oponente.
Y es que, en este bombardeo, no gana el que aprieta más rápido el gatillo, sino el que logra que su corazón siga latiendo cuando la guerra termina, y solo quedan restos.



Sin embargo si me dices venga, yo seguiré diciendo vale. Porque sigo buscándote en mis planes.

17 de enero de 2012

Voy buscándome la vida, buscándote en mis planes...

365 personas
365 abrazos
365 miradas
365 hostias
365 remontadas
365 sueños
365 madrugones
365 amores
365 decepciones
365 paradas de metro
365 transbordos
365 entradas
365 lágrimas
365 caminos
365 baches
365 canciones

"Dieciocho corazones bomba y la luna... llora descuartizada. Diecinueve abortos, veinte colillas, veintiún castillos de arena, veintidos historias, veintitrés puntos de sutura y veinticuatro horas extraordinarias. Y ciento una heridas abiertas, trescientas sesenta resacas y mil y una noches sin ti."


Y mil trescientas cuarenta y cinco historias, contadas desde la mente de una pequeña persona, que aún tiene muchas cosas que decir. Hoy cumplo 15, y tengo ganas de que este año me enseñe qué tiene preparado para mí. Desde un hueco de mi habitación, con 'Llévame al baile' retumbando en mis cascos...


14 de enero de 2012

Empezaré a coser 'te quieros' en un papel.

¿Te acuerdas de eso que te atenazaba el estómago al principio? ¿Eso que hacía que te quedaras sin respiración cada vez que alguien mencionaba su nombre? ¿Eso que recorría todos tus sentidos, y te ponía los pelos de punta.? ¿Eso que te hacía sentir preciosa?


¿Te acuerdas?

12 de enero de 2012

Hola, Rutina, bienvenida. Ya puedes irte.

Siete y veinte de la mañana. Suena el principio de 'La Vereda de la Puerta de Atrás' y deduces que tu móvil te ordena que te levantes. Le das la espalda. Siete y media. Tu madre grita. Te levantas, te miras al espejo y en menos de diez segundos se te pasan por la cabeza mil formas de salir corriendo y no tener que ir a clase nunca más. Ninguna es viable. Tu madre vuelve a gritar. Intentas arreglar esa cosa enredada y sin ninguna forma que se hace llamar 'pelo' y te vistes con lo primero que pillas. Cinco minutos para desayunar, la cuenta atrás. Llego tarde, llego tarde, llego tarde. Suena la campana que anuncia el inicio de la primera clase cuando aún te quedan unos tres minutos para llegar al aula. Tarde. Ciento ochenta segundos para decidir qué haces con tu vida, si salir corriendo o entrar a clase y aparentar que escuchas al profesor. Te quedas con lo segundo. Llamas, ¡llegas tarde!


Si esperabas una historia sobre lo bonito que es todo, olvídalo. Mañana es viernes, pero la rutina se antoja larga, complicada y absurda, muy absurda. Y empiezo a odiar los primeros acordes de 'La Vereda de la Puerta de Atrás', tenían razón cuando me dijeron que si me gustaba una canción, nunca la pusiera de despertador.



10 de enero de 2012

Si nunca sufres, no sabrás diferenciar la felicidad.
Y no creo que haya nada más triste que no saber si eres feliz.

7 de enero de 2012

"Cuentan que un verano voló y se dejó el corazón debajo de la cama"

Nunca soportó las canciones de los 40 principales, que la gente llorase en su presencia, o los dos besos sustituyendo un abrazo. Nunca se le hizo fácil decir lo que sentía, abrirse a la gente; no quería que llegase un día en el que se diera cuenta de que no había secretos que desvelar. Nunca soportó que el pelo cogiese esa especie de electricidad, como cuando frotas un globo en el jersey; lo odiaba. Todas las pelis le hacían reír o llorar, nunca salía de una sala del cine sin que su vida hubiese cambiado un poquito. Amaba leer por encima de casi todo, cogía un libro y dejaba de existir hasta que no aparecía la palabra 'fin'. Tenía una canción para cada día de la semana, y una nueva ilusión cada viernes. Como todo el mundo, no soportaba los lunes. Los domingos se le antojaban fríos, aunque estuviese en pleno verano. Siempre se le dio mal dibujar. Cada semana se prometía que aprendería a tocar la guitarra, nunca lo hizo. Guardaba sus recuerdos en los cajones de la mesilla y en archivos ".jpg". Soñaba cada día con un músico, le encantaba gritar en los conciertos. Siempre fue muy fan, pero no fan fatal. Era de Stones y de Beatles a partes iguales, nunca le gustó elegir entre blanco o negro, día o noche. Calificaba a las personas según sus actos, no sus palabras. Tenía la manía de morderse las uñas, y siempre llevaba esmalte. Adoraba la capital, pero no soportaba las aglomeraciones de gente que había en Navidad. No le gustaba ponerle etiquetas a las cosas, y mucho menos a las personas. Tenía mil defectos que se recordaba cada mañana delante del espejo, pero por la tarde se le olvidaban. Era muy exigente con las personas, quizá no se daba cuenta de que no podía cambiar a la gente a su antojo. Le gustaba hacerle fotos a las cosas que otros no se habrían parado a mirar.


Supongo que le encantaba hablar de sí misma en pasado y en tercera persona.

5 de enero de 2012

El ideal de perfeccionismo que nadie cumple pero todos afirman que existe. El quiero y no puedo, el puedo y no quiero. La famosa frase que todos decimos y pocos se creen, “lo importante está en el interior”.
Una persona, hace años, me dedicó un gesto que es fácil de memorizar y, quizá, difícil de llevar a cabo. Se puso el dedo índice en la sien y dijo “esto es más importante”. Los deseos de algunas –y de algunos- de parecerse a la Barbie Malibú, mientras que otros soñábamos con ser astronautas. Los espejos, la falta de autoestima. Los abrigos que no abrigan en días con el alma en los pies.
Supongo que esa persona tenía razón. Supongo que los ideales de belleza no son más que eso, ideales. Modas que acaban por desaparecer, como la mente de los que las crean.
Aunque suene típico y, en principio, poco convincente en estos tiempos: 
Un vestido no te va a quedar bonito si no lo conjuntas con una bonita sonrisa. “Esto es más importante.”




















"Me enervan los que no tienen dudas, y aquellos que se aferran a sus ideales sobre los de cualquiera"

3 de enero de 2012


Sabina decía que el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren.
Cuando la confianza se rompe una vez, no te quieres creer lo que te cuentan las películas americanas, las de actores malos y guiones pésimos; y es real, cerrar los ojos y dejarse llevar. Que el corazón va delante y la razón detrás del último de la fila. Después te vuelves a romper en mil pedacitos, te sientes el ser más insignificante e idiota del planeta, te torturas y luego, mucho tiempo después, cuando ya estás partido del todo, decides que la culpa no es tuya. Pero es tarde, y ya más que confiar, desconfías y hasta que no te caes una vez más -porque a la tercera siempre va la vencida- no te das cuenta de que el sentimiento siempre va pegado al primero de la fila, y la razón es como el marginado de la clase, el de las gafas de pasta que se sienta en la mesa que está delante de la del profesor.



También es cierto que nunca se olvida, solo se cambia de lugar en la memoria. Mejor quedarse con lo bueno.