28 de junio de 2010

(Claudia)

-¿Que estoy haciendo, Chris? Antes cada movimiento, cada respiración dependía de él. ¿Y ahora? ¿Ahora de quién depende? Si cada milésima de segundo aparece cada beso en mi cabeza. Es como un tira y afloja con mi mente, pero ella tiene mas fuerza que yo. Me apresa, me corta la respiración... ¡no me deja vivir! Pero, ¿sabes que es lo peor? Que me encanta que lo haga. Me encanta porque me da la sensación de que saboreo una vez más cada momento a su lado.
-Le echas de menos ¿verdad?
-A morir.

27 de junio de 2010

A las cinco de la tarde de aquel día gris

Hoy es 24 de Mayo. Hoy hace ocho meses que Julio se fue. Otro día mas que tachar en el calendario. Ella pensaba que su vida era perfecta. Todo le salía como esperaba, tenía amigos, dinero y no le faltaba de nada. Hasta que llega la persona. Digo la persona porque dicen que en la vida solo parece una. Puedes creerlo o no, pero nunca llegarás a entenderlo del todo. A partir de la primera mirada que cruzas con esa persona todo se tuerce. Tu vida puede llegar a ser horrible o increíblemente perfecta. No hay un término medio. Y todo depende de una persona. A partir de ese momento, ella controla tu vida. Inconscientemente o no, claro.
En eso se basaban los pensamientos de Claudia Marín el 24 de Mayo, mientras desayunaba. Intentaba concentrarse única y exclusivamente en la tele. Echaban uno de esos programas en los que llamas y te tocan premios. Patético. Tanto como su vida en esos momentos. Ni siquiera se atrevía a cruzar unas palabras con su hermana. Hoy era uno de esos días en los que vuelven los recuerdos a tu mente y nada te sale bien. No puedes contigo misma.
Al parecer, Lucía Marín no se daba cuenta del estado en el que se encontraba su hermana y decidió iniciar una absurda y ya rutinaria conversación:
-¿Sabes que hoy viene el nuevo novio de mamá?
-¿Otro?
-Si, y creo que este viene para quedarse mucho tiempo.
-Eso dicen todos
-Lo sé, pero mamá siempre intenta convencerse de ello... ¿Cómo crees que será este?
-Ni lo se, ni me importa. Voy a dar una vuelta, no me apetece recibir a nadie.

Dicen que, a pesar de todo, hay probabilidades de sustituir al gran amor de tu vida. Es sencillo, la otra persona tiene que cumplir todas y cada una de tus espectativas. Nunca podrá sustituir al amor que se fue, pero puede ayudar al olvido...
Todo es tan complicado que le apetece morirse un rato y volver cuando haya acabado la tormenta. Lo que no sabía Claudia es que los primeros truenos retumbarían en su vida a las cinco de la tarde de aquel día gris