30 de septiembre de 2012

ME SUBO A LAS ESTRELLAS Y ME TIRO DE CABEZA.

22:15. Rivas. 45.000 personas. 
Tengo tantas cosas que contar que se me agolpan las palabras. Anoche viví una de esas noches para el recuerdo. Uno de los grupos de mi vida -y de la vida de mucha gente- tocaba en Madrid. Hacía tres meses que no hacía más que tachar días del calendario y ponerme nerviosa solo con la idea de que ese día llegaría. Y llegó. Nervios, gritos, empujones, patadas, pisotones, frío, barro... y empezó. La alegría se sentía miraras hacia donde miraras. La emoción en tantas caras distintas. "Voy buscando lo que quiero, averiguando, a mi manera... que no me gustan los maderos ni la gente con banderas". Empezaron con una nueva y siguieron con clásicos, como Ama, ama y ensancha el alma, y siguieron con temas más nuevos -y no menos emocionantes- como Si te vas. Saltándome el protocolo, no voy a hacer una crítica constructiva. No, porque soy fan. Soy fan hasta la muerte, y nunca, jamás, os fiéis de un fan, nunca os dirá la verdad, sólo lo que él sintió en ese momento. Y yo, sentí que la felicidad tenía que ser algo parecido a cantar con todas tus fuerzas esas canciones que son bandas sonoras de tantas vidas. Cantar, qué digo, gritar. Gritar hasta dejarte la garganta, mirar hacia atrás y ver que no eres la única. Que si hay algo que une a las personas eso es la música, la poesía. Roberto Iniesta.

23 de septiembre de 2012

Aún se me cuela tu nombre cuando el cielo está gris.

Me gustan los días grises, como este. El mundo se vuelve caótico de repente, a la gente le asusta que empiece a llover. Me gustan, porque el ritmo cambia, todo va más despacio. No hay prisa. Las canciones suenan a nostalgia. A lo que nunca nos dijimos.


Suenan así.

22 de septiembre de 2012

Voy a dar un paso. Importante. Necesario. O absurdo, quizás. Pero sé que tengo que hacerlo.
En las tardes aburridas en las que se estropean los planes, es cuando tu mente deja de pensar en tonterías y es momento de decidir. El paso, es que no voy a volver a esperar nada, absolutamente nada, de nadie. Quiero que me sorprendan, que me hagan reír, que me den dolor de cabeza. Pero lo último que quiero es que me vuelvan a decepcionar. ¡Eh, deja de intentar cambiar a nadie! Por eso, por eso mismo, es por lo que he decidido esto. Puede que mañana se me olvide -igual que todos esos gritos mudos sobre la autoestima, y los ¡quiérete más, coño! de domingo-. Pero, al menos, voy a intentarlo.
Porque siempre es más bonito averiguar las cosas buenas, que darlas por sentadas. 


Y con esto, una canción.

16 de septiembre de 2012

Quizá el problema sea ese. Atreverse. De pequeño te enseñan a andar, a hablar, a comportarte en la mesa, a dirigirte a los mayores. Te enseñan modales, principios y toda esa basura que se te olvida con la primera cerveza. Pero no te enseñan a querer, a echar de menos. No te dicen cómo tienes que ser cuando crees que no eres nada. No te enseñan a coger las riendas de tu vida, a tirarte sin paracaídas. No te explican que si quieres algo tienes que gritar, saltar, patalear, hasta conseguirlo. Ni que planear no sirve para nada mientras se pueda improvisar. Que solo quieren que estudies para tener un buen coche. Que si preguntas no siempre vas a querer saber la respuesta. No te dicen que tú eres la única persona que va a estar contigo toda tu vida, que los "para siempre" se esfuman en un pestañeo. Que la gente miente, que no todo el mundo es bueno. Que no basta con sentarte en el último asiento del autobús y hacer como que eres feliz. Quizá las carencias de los que te enseñaron a vivir te han convertido en un simple superviviente en esta jungla. 

15 de septiembre de 2012

Escribiríamos la historia más bonita contada en años. O quizá, sólo seríamos dos gatos más, a punto de saltar a otro tejado. Del de la curiosidad, al de la valentía. Al de las tejas llenas de historias. Si tú quisieras. Si te limitaras a mirar más allá de tus cicatrices, y de quien te las hizo. De quien te robo los sueños. Yo, si quieres, hago que vuelvas a creer. 
Pero has pasado a ser lo contrario de lo que soñé.

9 de septiembre de 2012


Luna soñaba ser una pieza en su vida… y no. Al final no. Tenía las mismas ganas de siempre y el valor de nunca. Sus corazones siempre acababan partidos a la mitad. Se resquebrajaba uno y al poco de reponerlo volvía a aparecer algún capullo en su vida con la sonrisa más bonita del planeta. Luna brillaba cada noche como nunca. Tan triste y sola como siempre. Canciones de amor de poetas que nunca acertaban con el verso adecuado. Más sola que la Luna, decían. ¿Así como iba a empezar a brillar de verdad? Ahora camina por ahí, apurando sonrisas y dejando líneas inacabadas de historias de mierda.

Luna soñaba que quería soñar contigo. ¡Sólo contigo!

7 de septiembre de 2012

Aquí. Ahora.

Se me hace rara la ciudad. Cada verano la dejo un tiempo y, al volver, se me hace rara. No me gusta el paso frenético de la gente aquí, ni sus caras largas. Creo que va siendo hora de irme acostumbrando a lo rutinario de la rutina, a la monotonía de los minutos, las horas, los días. Va a ser verdad eso de que nunca estoy a gusto con nada, pero ¡joder!, el fracaso es para los conformistas. Tirada en la habitación, con el portátil, sin más planes que lo que voy a hacer mañana por la mañana y sonando una canción que ni siquiera me acuerdo de cómo se llama me doy cuenta de algo. Y es que no me acuerdo de escribir. Se me han olvidado las metáforas, las hipérboles y las comparaciones. Se me ha olvidado qué decir y cómo decirlo. Pero, supongo que no hay nada de malo en esto, la gente con problemas es la que sabe contar historias que merecen la pena. Es un precio, y me parece justo.