1 de julio de 2010

Alba nunca se había sentido tan sola

Siete de la mañana. Madrid. Alba nunca se había sentido tan sola. No se puede decir que alguna vez hubiera tenido a alguien. Pero esta vez era diferente. Marcos, uno de sus actuales novios estaba en coma. ¿Razones? Un accidente en moto del que ella tenía la mayor parte de la culpa. Apenas le importaba. Marcos no tenía mas que el físico, apenas conocía su interior ni tenía deseos de hacerlo. Por otra parte, hacía cinco minutos que su madre llamó. La despertó para decirle que aplazaba unos meses más su "viaje de negocios". Pero, ¿cuantos meses?. Alba sabía que ni siquiera estaba de viaje de negocios. Tenía una nueva familia. Nadie se lo había dicho, pero ella lo sabía. A su madre siempre le habían gustado los hombres, y estar cada poco tiempo con uno distinto. Cambiar. Y esta vez no iba a ser una excepción. Andaría de aqui para allá buscando nuevas oportunidad. Una vida mejor. Quizá otros hijos. ¿Y Alba? Alba se sabía cuidar sola. Ya no recordaba a que olía su madre, ni los besos que le daba antes de irse a dormir. Lo hizo, quiero decir, se fue el 12 de Marzo, cuatro años atrás. Desde entonces su vida no ha sido la misma. ¿Dónde íbamos? Ah, si. Nunca se había sentido tan sola. Hacía muchos años que vivía con Rebecca, la asistenta. Siempre se habían llevado muy bien. Rebecca era una chica india que escapó de la cárcel cuando era pequeña, con su madre. Murió cuando ella cumplió los 14. La madre de Alba la contrató para trabajar en su casa de asistenta y ama de llaves. Rebecca había terminado la carrera en la universidad y ese día por la mañana, muy temprano, se marchó.
Estaba sola. Absolutamente sola. Se encontraba en el salón. Con un Lucky Strike en la mano. Era su desayuno cada día.
Una muerte lenta, pero con buen sabor.
A Alba le gustaban los Rolling Stones e Iván. Él tenía una sonrisa de esas que te hacen olvidar. Le veía todas las mañanas desde la ventana. Era perfecto.