Nos escribimos mil cartas durante un año. Mil y una, exactamente. Me esforce en hacer mi mejor letra, no puse corazones en las íes porque pensé que quedaría ñoño y creerías que todavía te necesito, y no es así. Bueno, a veces. ¿Sabes? Lucho día a día por olvidarme de eso. No de ti, por supuesto, siempre pensé que el pasado tiene que quedar ahí siempre. Que si te olvidas de lo que fuiste ya no eres nada.
Ahora tengo un café de Starbucks de esos que tanto te gustan a mi derecha. A la izquierda un libro de Coelho y el iPod. Suenan los Beatles, sé que no te gustan, por eso mismo lo hago. Ayer estuve componiendo, me salió algo extraño, no hablaba de amor. Hablaba de Sexo, Drogas y Rock and Roll. Por un momento me sentí Steven Tyler.
Sonreí mucho, lo que no había sonreído desde hacía un año. Elisabeth me trajo muffins y una revista de esas femeninas que odio. Estuvimos toda la tarde despotricando contra los artículos que hablaban sobre como complacer a tu hombre.
Ayer pensé que habías venido, te lo juro. Olía a ti por toda la casa. Supongo que es psicológico. Desde aquel día, todo el mundo cree que todo lo que digo o hago es por que estoy mal de la cabeza.