12 de febrero de 2011

#5 Querido Christian; África.

Amanecer frío. Las campanas retumbaban por las calles desiertas. "A veces parece que no fuimos nada" Tenía la sensación de que el mundo se me caía encima cada vez que daba un paso y el cigarro se me iba consumiendo sin apenas dar la primera calada. Ni siquiera recordaba lo que había pasado aquella noche, solo tenía vagos recuerdos: Rock, Vodka, besos, humo...

"Y le he robado su brillo a la luna de Abril, y me ha perseguido volando hasta aquí. Me pilla arrojando amapolas desde mi ventana" Sólo sonaban acordes de guitarra en mi cabeza. Recordaba el brillo de unos ojos. Valientes, románticos.

El tono rosado del cielo y los primeros rayos de Sol me decían que la gente que viviera en aquel lugar estaba a punto de aparecer, aún que ya hacía rato que sonaban los tractores en la lejanía.

Me dolían los huesos y me senté en un banco. Intenté a duras penas observarme sin que me nublara la vista. Tenía las medias rotas y el vestido hecho jirones. Se me veía el sujetador y probablemente llevase el carmín esparcido por toda la cara. "Lo traigo cargado de risas y llantos, de guerras ganadas, placeres soñados, de noches sin luna, corazones rajados"

Me miré en la ventanilla de una camioneta. Estaba en lo cierto, el rimmel se me había ido de vacaciones y había llegado hasta las mejillas, donde se juntaba con el carmín. No tenía ni idea de como había llegado a ese estado.

Ahora tenía dos problemas. El primero era saber donde estaba. El segundo, como salir de allí.

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