16 de diciembre de 2010

#2. Querido Christian:

Hoy, he hecho algo que llevo esperando desde que tengo uso de razón. He alquilado un pequeño loft justo en el centro de Madrid. Realmente fue gratificante trabajar durante largos veranos para llegar a esto. Ahora puedo decir que soy lo más libre que se puede ser en este mundo. Claro que me gustaría poder ir desnuda por la calle sin que me detuviesen, tocar heavy metal en un ballet, besarme con una chica delante de una iglesia… pero las libertades no llegan hasta ese punto. Me conformo con esto. Hoy, como cada día de mi vida, me he levantado tarde, he maldecido mis ojeras mañaneras, he cogido el skate que me regalaste y me he dirigido Dunkin Coffee, dónde he comprado un donut que he desayunado (junto a uno de los deliciosos capuccinos que me enseñaste a hacer cuando nos conocimos) en mi gran terraza. En realidad es un ático, se ve prácticamente todo el centro de Madrid, tengo el edificio Metrópolis, ese que tanto adoro, justo delante. También se ven las luces navideñas y a la gente pasar, ajetreada y con cara de pocos amigos, sin fijarse en lo precioso que es cada detalle de esta ciudad. También he visto atardecer, con el ruido del comienzo de las fiestas privadas y las sirenas de la policía. Cabe destacar que, por la tarde, he dado un paseo bajo la lluvia con mi hombre encantador, algo que a mí me ha parecido precioso a él no le ha dado más que motivos para quejarse de que se estaba mojando sus botas nuevas. Ahora es cuando tú te ríes y maldices a esos “asquerosos pijos”. Sí, por aquí hay muchísimos, por eso me encanta, me siento diferente, especial. Me siento la mejor. Sólo faltas tú.

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