19 de octubre de 2011

Estas campanas secas, incendiadas y huecas nos envenenarán.


La rutina se cuela en cada rendija de tu vida. Se mete en tu casa, te cala en los huesos y hasta en los sueños. Hace que no sientas nada y, por tanto, no tengas nada bueno que decir.
Hace que no vivas y te limites a existir. Sin duda, uno de los mayores miedos del ser humano.
Yo nunca pude entender el porqué del matrimonio, el atarse a alguien para siempre y convertir el amor en monotonía. En un "¿cómo te ha ido el día?" rutinario, en un falso "todo bien, cariño".
Y ahora, quizá, en parte pueda entenderlo.
Estamos tan resignados a la rutina que no buscamos el amor, buscamos alguien que nos sostenga la mano para que al intentar matar el tiempo, no sea él el que acabe con nosotros.

2 comentarios:

  1. Es todo eso tan cierto..
    Me encanta como escribes, de verdad. Te sigo :)) pásate por mi blog si te va bien!

    ResponderEliminar
  2. "La rutina... hace que no vivas y te limites a existir"

    Toda la razón del mundo ;-)

    PD: Con tu permiso, pongo un enlace a tu blog en mi sección "Blogs interesantes" para que otros lo puedan encontrar.

    ¡Un saludote!

    ResponderEliminar