26 de junio de 2012

Bajo la suela. I

-A veces es complicado acertar -dijo una voz desconocida detrás de mí - Nunca acabas llevando la vida que querías de pequeño pero supongo que tras todos tus esfuerzos debería parecerse un poco. A veces es complicado acertar qué cantidad de mierda debes dejar en el camino.
Me giré y vi a un anciano salir de entre las sombras. Se quedó un rato mirándome fijamente, con una sonrisa que no parecía tener una pizca de sarcasmo, y se marchó despacio, sin mirar atrás. 
Sus palabras me marcaron durante los años siguientes. Es más fácil que te cale una frase de un desconocido que una de tu propio padre. Las palabras de mi padre nunca fueron sabias, ni llevaban doble sentido. Era una persona práctica y simple. Y lo sigue siendo.
Bajé la calle de los garitos, me senté en un banco de la plaza y me encendí un peta mientras le esperaba. Había quedado con él para despedirme. Formaba parte del ejército del aire y a la mañana siguiente se marchaba. No quería dejar las heridas del pasado sin cerrar, ni ninguna deuda en este barrio de mala muerte. Su deuda era yo.
Siempre fue un mujeriego; adoraba salir, beber y follar con la primera chica fácil que se cruzara en su camino. Pero, como ley de vida que es, se enamoró. Pasó años detrás de ella sin obtener nada a cambio. Le mandaba flores, la invitaba a cenar, le escribía canciones... no sirvió de nada. Necesitó una noche tonta y los baños de un bar para tener un pretexto con el que estar con ella: yo. Nací nueve meses después, con unos padres de diecinueve años que no tenían el valor de mirarse a la cara. Ella odiaba haber tenido una hija con él. Él odiaba que hubiese sido sin amor. ¡Ya ves! El tipo duro soñaba con su pelo, ¿quién se lo iba a decir? Una noche de abril, ella se dio cuenta de que por mucho que lo intentara, estaba unida a ese hombre, y se rindió a una vida con él. Sin amor, y sin ganas. 

-Niña, ¡te vas a quedar tonta con tanto porro! -escuché decir a mi padre mientras se acercaba con las gafas de Sol, la chupa y la sonrisa torcida. Le iba a echar de menos. 

1 comentario:

  1. ¡Me encantó! Qué razón tienes en lo de que es más fácil que te cale la frase de un desconocido que la de tu propio padre...

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