30 de septiembre de 2012

ME SUBO A LAS ESTRELLAS Y ME TIRO DE CABEZA.

22:15. Rivas. 45.000 personas. 
Tengo tantas cosas que contar que se me agolpan las palabras. Anoche viví una de esas noches para el recuerdo. Uno de los grupos de mi vida -y de la vida de mucha gente- tocaba en Madrid. Hacía tres meses que no hacía más que tachar días del calendario y ponerme nerviosa solo con la idea de que ese día llegaría. Y llegó. Nervios, gritos, empujones, patadas, pisotones, frío, barro... y empezó. La alegría se sentía miraras hacia donde miraras. La emoción en tantas caras distintas. "Voy buscando lo que quiero, averiguando, a mi manera... que no me gustan los maderos ni la gente con banderas". Empezaron con una nueva y siguieron con clásicos, como Ama, ama y ensancha el alma, y siguieron con temas más nuevos -y no menos emocionantes- como Si te vas. Saltándome el protocolo, no voy a hacer una crítica constructiva. No, porque soy fan. Soy fan hasta la muerte, y nunca, jamás, os fiéis de un fan, nunca os dirá la verdad, sólo lo que él sintió en ese momento. Y yo, sentí que la felicidad tenía que ser algo parecido a cantar con todas tus fuerzas esas canciones que son bandas sonoras de tantas vidas. Cantar, qué digo, gritar. Gritar hasta dejarte la garganta, mirar hacia atrás y ver que no eres la única. Que si hay algo que une a las personas eso es la música, la poesía. Roberto Iniesta.

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